lunes, 26 de diciembre de 2011

Sobre la felicidad

Me encanta quien soy en este momento.

Me encanta esa dualidad en la que puedo pasar, de tratar el asunto mas serio del mundo a la informalidad total del cotorreo.
Me encanta la manera en como me gano la confianza de las personas a base de herramientas como  la discreción, la iniciativa y compartiendo pequeñas dosis de cultura.
Me encanta a mis 26 años tener un carácter desenfadado, me encanta que la gente me diga que no me comporto deacuerdo a mi edad.
Me encanta no ser un sabelotodo y equivocarme de vez en cuando, después de todo, eso genera dudar de mí mismo, y todos sabemos que ese es el primer paso a la sabiduría.
Me encanta tener gustos simples como una buena siesta o una caminata nocturna, y no ambicionar fama o dinero.
Me encanta cuando me preguntan y callo en el momento en que tengo 3 o 4 respuestas acertadas.
Me encanta mantener mi cuerpo sano, excediéndolo de vez en cuando sin consecuencias negativas.
Me encanta que mis planes a futuro no estén tan claros, pues el camino de la aventura siempre es memorable, aún cuando el destino no es el que uno imaginaba.
Me encanta que la gente desconozca todos mis talentos y sus limitantes.
Me encanta ser tan analítico, y ver como los análisis suelen ser correctos al ver proceder a las personas.
Me encanta cuando dichos análisis son incorrectos y la gente me sorprende siendo diferente a lo que espero.
Me encanta mi familia, y saber que ellos también les encanto.
Me encanta vivir en una época en la que la información se puede compartir de manera instantánea sin importar la distancia.
Me encanta mi apotiliticidad, signo inequívoco de mi generación.
Me encanta la manera en como me relaciono con las personas, me encanta ser comunmente quien decide los límites de la relación.
Me encanta la manera en como recientemente distribuyo mi tiempo, me encanta la manera relajada y despreocupada en como cierro mis días.
Me encanta mi trabajo, me encanta lo que he aprendido de él en los últimos años.
Me encanta mi apariencia facial, expresiva o no a voluntad.
Me encanta mi cuerpo, sano, fuerte. Me encanta sus posturas.
Me encanta no tener todo bajo control. Me encanta toparme con nuevos retos todos los días.
Me encanta tener planes a futuro mas allá del promedio, y contemplar muchas variables y posibles descenlaces.
Me encanta la manera en como la diversidad cultural da soporte a mis preferencias consumistas.
Me encanta tener pocos amigos, me encanta saber que puedo contar con ellos, y ellos pueden contar conmigo.
Me encanta tener muchos conocidos, pues la vida no sería lo mismo sin ellos.
Me encanta mi lenguaje corporal, cada vez menos inconsiente.
Me encanta mi timbre de voz, nada fuera de lo común, pero altamente maleable.
Me encanta desechar recuerdos sin utilidad.
Me encanta verme atrapado, pues la adrenalina siempre ha sido buena consejera.
Me encanta la música que escucho, atemporal e inspiradora.
Me encanta mi dieta, ingiriendo de todo sin recriminaciones ni cargos de conciencia.
Me encanta mi ropa, cómoda y sin pretensiones.
Me encanta mi sentido de colaboración, siempre condicionado a la causa.
Me encanta mi imagen en el espejo, he aprendido a ver de manera diferente a mi reflejo.
Me encantan mis temores, todos ellos fundamentados.
Me encanta mi carácter, me encanta ser identificado como lo que muchas personas buscan aparentar.
Me encanta mi sentido de calma en los momentos difíciles.
Me encanta tratar con las personas, incluso aquellas que en apariencia no me aportan nada, pues hay que saber que el conocimiento se hizo para transmitirse, y yo también estoy comprometido con esa norma.
Me encanta mi sentido del humor, diferente al promedio.
Me encanta la manera en como trabaja mi mente, siempre activa, siempre hilando ideas.
Me encanta mi país, lleno de tradiciones que no generan mucho, pero difícil imaginarlo sin ellas.
Me encantan mis creencias. Me encanta procurar el bien sin que intervengan aspiraciones a ser premiado o miedos a ser castigado.
Me encanta mi ciudad, moderna sin caer en el caos.
Me encanta mi facilidad para el aprendizaje, factor clave en mi existencia.
Me encanta tratar con gente de todo tipo, pues hasta los más débiles poseen algo de sabiduría de la que yo carezco.
Me encanta ser la inspiración de al menos 2 personas, pues no es mejor maestro quien enseña sino quien inspira.
Me encanta tener un quote para cada ocasión, aunque no siempre recuerde de donde provienen.
Me encanta poder mirar a los ojos a cualquier persona, me encanta saber que no tengo nada que oculatar ni falta de autoconfianza para desviar la mirada.
Me encanta mi lenguaje, siempre en búsqueda de la palabra precisa.
Me encanta tener mi propio código ético, simple pero firme.
Me encanta la pasión por todo lo que hago, que termina por conseguir resultados mejores.
Me encanta mi afinidad por el auto-aprendizaje, que regularmente me lleva a la práctica.
Me encanta la idea de ser finito, pues me hace valora más cualquier momento.
Me encanta mi grado cultural, aún bajo pero ambicioso.

La intensión de este post es mostrar las razones de porque estoy listo para la muerte, destino que ayer temía y que ahora veo, no con resignación, sí como un elemento más en la vida. Podría haber continuado enumerando más razones por las que me encanta ser quien actualmente soy, pero creo que la idea es clara.
Esta lista me hace ver que soy una persona afortunada, sin embargo, describiendo las causas por las que me encanta mi vida, veo que no todo es cuestión de suerte, pues he trabajado (consiente e inconscientemente) duro para lograr ser quien soy (bueno o malo) en este momento.

El objetivo de muchas personas de honor es el que su nombre sobreviva a la muerte. A lo largo de la historia han existido infinidad de individuos que, conscientes de los límites de su existencia, buscan retar al padre tiempo haciendo lo posible por que su nombre fuese cantado por generaciones futuras describiendo sus grande hazañas.
Hasta hace unos días, esa era mi manera de pensar también, ya que en mi mente se visualizaba un futuro en donde una obra que llevara al límite mis cualidades me elevaría a la gloria de la inmortalidad.
Hoy me doy cuenta que lo que he logrado es tan importante como el futuro que tenía en mente (tal vez, incluso en una escala mayor), hoy me doy cuenta que vivo una existencia felíz, y eso es algo que pocas personas (seguramente incluyendo nombres legendarios) pudieron lograr.

A pesar de ello, seguiré esforzándome por dejar un legado que preserve mi nombre en el tiempo, pero incluso si no fuera posible, me iré con la tranquilidad de saber que conocí la felicidad, a consecuencia de vivir.
A partir de redactar este texto (26 de Diciembre 2011) le escupo en la cara al ancestral enemigo del hombre, le escupo en la cara a mi propia muerte.